A continuación se muestran daños sobre los tejidos de la boca; como lesiones en los "asientos o barras" que son muy frágiles.
Pueden observar en las fotos, que los "asientos" solo están cubiertos por mucosa y submucosa. Son tejidos muy delgados por lo que cualquier trauma sobre ellos afecta directamente el hueso que es muy sensible y delicado.
Entre mas presión exista contra estos tejidos mas indocilidad, rabia y dolor manifestará nuestro caballo. Si a esa situación de manejo le sumamos la rabia, exceso de fuerza y el poder del "domador", nuestro amigo el caballo sufre más daño en sus tejidos orales.
Los daños sobre la lengua son muy comunes y varían desde lesiones leves hasta muy graves que prácticamente la lengua queda “pendiendo de un hilo” .
A la lengua le llegan nervios motores que son el hipogloso y el glosofaríngeo (movimiento) y sensitivos que son el trigémino, el glosofaríngeo, el facial y el vago.
Todos estos nervios se ven afectados, además los vasos sanguíneos como arterias y venas.
El exceso de presión contra la embocadura no solo afecta la lengua, los asientos sino también el paladar duro, que al igual que las "barras" está cubierto por mucosa y submucosa.
Las imágenes "hablan por si solas"
En los caballos en edad de “proceso de adiestramiento”, en su maxilar inferior o mandíbula ocurren unos cambios fisiológicos durante el tiempo de “la muda” de los premolares. En esas edades tempranas el hueso aun es muy plástico y está sujeto a sufrir cambios en su forma por zonas de presión.
Los premolares permanentes cuando comienzan a hacer erupción hacia la boca, empujan los premolares de leche hacia arriba y las raíces crecen hacia abajo; deforman el hueso mandibular formando “las camándulas”.
En esa etapa de la “muda” de los premolares el hueso a nivel del borde mandibular se pone muy delgado. Este proceso es normal y transitorio; cuando terminen de hacer erupción los premolares el hueso vuelve ha remodelarse y se torna grueso nuevamente.
Al “trabajar los potros “por debajo” hay que tener cuidado en los ejercicios de “quiebra”, porque el roce repetido de la barbada contra los bordes de la mandíbula rompe la piel y es posible en algunos casos afectar el hueso. Como lo mencioné antes, al crecer las raíces de los premolares, el hueso está muy delgado y se puede producir una comunicación con las raíces en desarrollo. Contaminando una zona estéril y así se pueden producir lesiones pulpares o compromiso “del nervio”.
Esos compromisos pulpares terminan en periodontitis apical, como consecuencia abscesos crónicos con periodos de agudización que terminan con extracción de esas piezas dentarias definitivas.
Al perdersen los premolares permanentes inferiores, los premolares superiores “crecen” hacia abajo en donde se encuentra el espacio dejado luego de las exodoncias y a partir de ahí tendremos por siempre una irregularidad en los planos de mordida y se genera una interferencia para los movimientos mandibulares laterales.
Cabe anotar, que el compromiso pulpar de los premolares no siempre es consecuencia de esta condición. Puede ocurrir por lesiones quísticas , fracturas dentarias y otros.
Pero debemos tener en cuenta las etapas de “proceso de adiestramiento” para prevenir daños de los tejidos.
Acá termina el artículo con la imagen de la frase que nos conduce a reflexionar y tomar conciencia del manejo de la boca y las partes de los maxilares comprometidos con las herramientas usadas.
siempre que utilicemos alguna herramienta para el manejo del caballo debemos observar y evaluar los efectos que le están causando al caballo.
"Mano dura" y violencia causan dolor. El dolor tiene como respuesta indocilidad, resistencia y odio.
El contenido de este artículo y sus fotografías son autoría intelectual de Miguel Echavarría B. ODONTOEQUINOS.
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